La lección que nos dieron los niños de Alcoa

  • 19 noviembre, 2018

Se me pusieron los pelos de punta…

Acababa de participar en un magüestu escolar de los más completos, con sidra, castañas, talleres, juegos y un xiringüelu multitudinario que llenó el patio del colegio avilesino de cientos de chiquillos con los brazos en alto. Precioso.

Aún así o quizás precisamente por ello no pude evitar torcer el gesto cuando los profesores han decidido que el mejor «fin de fiesta» para el caso era la disco-reggaeton, sin que faltara el «Despacito» ni el «súbeme la radio», junto con otras de letra dudosamente procedente. No fui la única en torcelo: padres y madres participantes en la fiesta miramos a los lados extrañados de una música tan poco apropiada; pero no dijimos nada.

Por supuesto, los pequeños no querían subir a clase, así que uno de los profesores  echó mano de uno de esos trucos que todo buen maestro tiene siempre a punto: «venga, cantad vosotros ahora una, mientras subís, la que querais».

El cantar comenzó al fondo, desde un grupo de tercero o cuarto curso y  se extendió por el patio en menos de un minuto. Como una sola voz, a grito pelado y olvidando despacitos, los niños avilesinos subieron las escaleras al ritmo de su canción:

«Alcoa nun se cierra, Alcoa nun se cierra»

Hay futuro.

Esta obra está licenciada bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.

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