La huella del Samhain en la cultura asturiana

  • 29 octubre, 2018

Lluis de Turiellos

garráo del blog El Xanu’l Caborniu

El Samhain, en las culturas idoeuropeas de raíz celta, representa el final del verano y la entrada de la estación oscura. Pone el hito que marca el origen del año nuevo. En estas eras, las ánimas de los difuntos tornan a codearse con los vivos y a recorrer los caminos y casas donde habitaron

En Asturies este retorno de las ánimas ha dejado una serie de costumbres que se han conservado hasta hace unas décadas, o que todavía perviven restos de ellas hoy en día. En nuestra tierra vienen vinculadas a denominaciones propias, como noche de ánimas, de difuntos, Día de Tolosantos…

En el día anterior al de los difuntos o Tolosantos, se hacían «magüestos» en la montaña y se dejaban castañas para que cuando las ánimas pasaran por el lugar pudieran reponer fuerzas de su viaje de ultratumba. En la noche de ánimas, se dejaban herradas con agua para que mataran la sed, comida para que aplacaran la hambre y el hogar encendido para que calentaran. Se dejaba también libre una cama para que descansaran y se ponía cuidado en no barrerla casa para fuera para evitar echar a alguna que ya se encontrara en la vivienda. Se prendían calaveras hechas con calabazas o nabos y se asentaban en los prados, huertas, cruces de caminos, corredores de las casas, etc., para guiarla en su retorno con sus familias.

A raíz de lo anterior, La Güestia, una hermandad de almas en pena, andaba en procesión por ahí. El encontrarse con ella podía tener consecuencias fatales y era, por lo tanto, terrible, aunque había una serie de actos que se podían hacer para librarse de ellas, como hacer un círculo en el suelo y meterse en él sin mirar o echarse boca abajo. Su presencia no es sólo de estas fechas, aunque se refuerza en ellas, y su misión es rondar la casa de un futuro difunto. Ello hace que se aprecie una escisión entre ella y las ánimas del párrafo anterior. Pero ha dejado un rastro claro en el Samhain nuestro. Quizá en ese miedo a encontrarse con la Güestia esté el origen de la costumbre a disfrazarse de manera fantasmal y utilizar velas o las calaveras vegetales (o hasta de verdad) para espantar a los vecinos.

Un dato a destacar es la escisión conceptual entre el cristianismo y el mundo precristiano a la hora de referirse a las ánimas. En el primer caso no vuelven con los vivos, y para reunise con ellas hay que pasar por el tránsito de la muerte. Pero el Samhain, las viejas eras de difuntos, representa el retorno anual de esas ánimas para estar con los vivos. De ahí que se organicen todo un conjunto de actividades para guiar y conseguir que se encuentren.

Tenemos entonces en nuestra cultura toda una serie de costumbres vinculadas con el retorno de las ánimas, eje central de las celebraciones del Samhain europeo -plasmado entre nosotros en la noche de animas y el día de difuntos-que dejan claro la clarísima huella que esta celebración ha dejado en nuestra tierra y que son un argumento incontestable de su pertenencia al ámbito de los pueblos indoeuropeos conocidos genéricamente con el nombre de celtas.

Esta obra está licenciada bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.

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