Oficialidad: el derecho a ser nosotros

  • 5 mayo, 2018

Para quien no me conozca, soy Llucía Fernández, la primer niña asentada en asturiano después de la dictadura española.

He vivido grandes concentraciones en las que, como este año, decenas de miles de asturianos nos apiñábamos en las calles de Uviéu, con más entusiasmo  que esperanza.

 

 

He Conocido en presona al Merucu Xusticieru, con él he tachado carteles y he hecho pintadas; en los noventa llené mi ciudad con pegatinas fosforescentes de Oficialidá darréu, acudí a las primeras clases de asturiano en la calle y mi colegio fue de los primeros en impartir lengua asturiana.

 

He representado la lengua asturiana en Encuentros lingüísticos internacionales y en el Parlamento Europeo… pero sobre todo, he escrito, he escrito en mi lengua, dejandome los dedos y el alma en el papel y la pantalla, registrando con amor sus palabras, dándoles vida para que no muriesen.

 

Llevo participando en la manifstación del día de las Letras desde que tengo uso de razón, ello es, desde la primera convocatoria. He escuchado los discursos de los sucesivos presidentes, me he emocionado con sus palabras o he hervido con ellos de indignación, he sentido que me quitaban un pedazo  cuando cambiaron la fala por el «gallego asturiano», robando a los asturianos de ocidente parte de su identidad.

No falté ni siquiera el día que, operada de las muelas, recién salía del Hospital con la cara como un panchón. Pasé de la niñez a la adolescencia aferrada a una asturina, primero de la mano del Ensame Nacionalista Astur y, después de un veloz paso por la Unidá Nacionalista Asturiana, la juventud levantando con orgullo la pancarta de Andecha Astur; no falté estando a punto de dar a luz ni con los niños de pecho y ahora uno, más orgullosa si cabe, mi voz a la de mis hijos. Toda una vida anhelando el respeto a mi lengua.

 

 

 

 

Este año ha sido distinto.

Este año los miles de asturianos que hemos salido a la calle, creemos lo que gritamos.

 

Quiero decir, creemos que es posible, que el fin de esta pesadilla carente de sentido en la que nos prohíben ser nosotros está cerca, que hay una luz al final y sí, mis hijos podrán acabar sus estudios en asturiano, mi padre podrá decir al medico que le duele el «cadril» sin que éste tenga derecho a no entenderlo o a reirse de éñ, podré presentar una carta a la administración sin pelearme con el funcionario de turno, en mi curriculum podré añadir «asturiano» en el apartado de idiomas sin temor a ser directamente rechazda por ello.

No tendré que enseñar el DNI cada vez que digo mi nombre, porque nadie me crea quien soy. Podré ser.

Porque para eso queremos los asturianos la Oficialidad: para poder ser, para ser nosotros, para no un cargar siempre con la lengua de otro, como un castigo o una cadena, porque una lengua define una realidad y la nuestra es Asturies, porque lo que pierde su nombre pierde su contenido y nosotros no queremos desaparecer.

En la manifestación del Día de las Letras de este año miles de asturianos hemos dicho al gobierno que no estamos dispuestos a esperar más por el reconocimiento de un derecho que llevamos décadas revindicando, y lo hemos dicho en serio.

Por segunda vez en menos de quince días las calles de Uviéu han retumbado al grito de Oficialidad. Diferentes organizaciones, políticas, sindicales, culturales, musicales, educativas e infantiles han sumado otra vez, replicando a las últimas declaraciones de Javier Fernández, en las que condicionaba la Oficialidad a una reelección del PSOE en las próximas elecciones y dejando claro que no estamos dimpuestos a esperar ni un año más.

Ahora es el momento. Lengua Nacional, Lengua Oficial, ya.

Llucía F. Marqués

   

Esta obra está licenciada bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.

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